Antes de comenzar a escribir estas lineas estuve una hora buscando un lápiz y papel, solo encontré un lápiz y nada donde escribir; par de objetos tan básicos pero tan necesarios para desahogar el alma.
Hoy es 22 de Julio del 2019, la noche anterior aterricé en New York, vine a despedirme de mi Abuelo.
Poco o casi nada sé sobre cómo vivió su vida, aparecí en su camino hace 4 años, cuando ya tenía 85 años; solo de pensar en todo ese tiempo crece en mi un gran sentimiento de respeto y admiración. Como dije antes no sé nada sobre él, solo me han tocado sus últimos años de vida, donde ya todo pasó, donde lo tenía que ser fue y no queda más tiempo para recomenzar. Por ahora continua dormido, así que me tomo el trabajo de esculcar, de encontrar indicios, respuestas de esos 85 años de vida, lejos de la tierra que lo vio nacer. Ya sabia que era amante de la música y el cine, encuentro películas por todas partes, LPs viejos y nuevos, algunos de rebajas y otros verdaderas reliquias de antaño, todos mezclados, haciendo que las reliquias pierdan su valor a menos que alguien se dedique a identificarlos.
Me llamó la atención un LP de los latín brothers (Piper Pimienta y John Jairo) grabado en 1975 en La Ciudad de Medellín por discos fuentes, tengo entendido que fue en esta época la productora musical más importante Del Valle de aburra, fruco hizo los arreglos musicales, el gran Joe Arroyo hacia los coros, todos los tesos de la música participando con instrumentos auténticos y reales, una joya de LP. Rápidamente intento buscar en Spotify estás 10 canciones del LP para identificarlas, no prendo su reproductor de LPs porque no quiero despertarlo, sin embargo, solo encuentro 2 de 10, esto me dejó bastante pensativo, se supone que estamos en la era digital, toda la información esta en la red, ahora todos sabemos todo! Qué pasa? - Pues pasa algo que ya hace mucho tiempo me daba vueltas en la cabeza; la sabiduría, él conocimiento, las historias reales de las personas que construyeron este mundo se están yendo con ellos para nunca más volver, tal vez sea un pensamiento exagerado para algunos, pero para mí es una triste realidad, ya no escuchamos a los viejos, lo que nos ofrecen no tiene valor para las nuevas generaciones, su utilidad para la sociedad actual es nula, personas que no producen, personas que no “aportan” para que las necesitamos?
Que equivocados estamos, que ciegos y básicos nos hemos vuelto.
Disfruto las pocas canciones que pude encontrar, “buscándote” wow un clásico que suena bastante en mi Colombia, “dale al bombo” una sabrosura, se sienten las personas que hicieron este disco, nada de sintetizadores, mezcladores o autotune, esto suena real, suena a gente viva detrás de cada sonido.
El Abuelo se ha despertado un poco, lo saludo, lo atiendo, no nos habíamos visto desde mi llegada, divaga un poco pero me reconoce, nos abrazamos; que viejo está mi viejo, su cuerpo lo está abandonado, pero, él reclama por otro abandono, será el de algunas personas? quienes? tal vez el abandono propio de la vida, o sea, el que genera el tiempo cuando te va quitando tus seres queridos, tu fuerza y tu lucidez? pues no lo sé, son 85 años que pretendo descubrir en un día.
Se vuelve a dormir y yo regreso a mi labor investigativa, veo un lindo TV todo en madera, con cajones y grabados; supongo que cuando lo compraron vieron su belleza, era lindo para adornar la casa, útil para guardar cositas de valor, fuerte para aguantar toda una vida, encima un TV led moderno. Percibo como el valor de las cosas va cambiando, el mundo muda, ahora son los píxeles, su velocidad de conexión y el número de puertos HMI, que no pese nada, que sea desechable, fácil de remplazar, ahora todo es así, un mundo fluido donde todo pasa rápido, el amor, las relaciones, los amigos, el trabajo, todo tiene fecha de vencimiento y todo rápidamente pierde su valor después de ser obtenido o alcanzado, se usa y se desecha.
Sigue la búsqueda y me encuentro con un álbum de fotos, fotos de hace muchos años, creo que aquí podré tener una imagen de unos 50 años atrás, hay algunas muy viejas.
Aparece Carmensita, la alcancé a conocer en mi primer viaje, justo antes de que partiera y tal vez la razón más grande para que mi Abuelo se esté marchando también. Sin lugar a duda fue su último y más grande amor, siempre habla mucho de ella, lamenta su partida, la llora, la anhela, dice haber hecho todo lo posible por salvarla pero no pudo, “hay personas que no tienen remplazo” me dice.
Revisando el álbum me encuentro con un hombre joven, fornido, se ve fuerte y bien puesto, siempre bien presentado, en todas las fotos aparece de guayabera o camisa bien planchada, familia, muchos amigos, fiestas de cumpleaños, matrimonios, iban a la playa, bailaban y se emborrachaban, tuvieron una gatita y después otro gato, supongo que el gato llegó para hacerle compañía a la gata, lo deduzco así porque también tengo una gata y después llego el gato para que no estuviera sola. Ambas son consentidas, ella, la gata de mi abuelo aparece en muchas fotos, la amaban; cuando le pregunto por ella me dice: “un día se enamoró y se fue, nunca más regreso” esto lo dice con algo de dolor, creo que no se acordaba ya de ella y lo tuvo que hacer gracias a la foto, me pide que no le muestre más fotos, le duele extrañar a Carmensita, pero me dice que yo las puedo seguir viendo.
Como ya lo dije antes, pude ver muchos momentos eternizados en sus fotos de papel, de esas que ya no existen. Hace poco me confirmo que lleva 60 años viviendo en esta casa, 60!
En las fotos vi como su hijo adoptivo Alberto creció hasta ser un adulto de más de medio siglo. Sus tortas de cumpleaños, su primer balón de basket, su primera novia, todo eternizado en el mismo lugar y en el mismo álbum de fotos. Él y Carmensita parecían ser el centro de un grupo de amigos de la época, fiestas incontables en la misma sala que estoy ahora, bailes y comida, muchas sonrisas, puedo notar la felicidad de esos días, días de playa y sol, abrazos y mucho amor. Ahora, sentado en el mismo espacio de tantas alegrías, viéndolo con su dificultad para respirar y tan solitario, me pregunto donde estarán todas esas personas? supongo que varios ya deben haber partido, otros estarán igual que él? O simplemente habrán perdido comunicación? Tal vez se acuerden de Óscar? estarán viviendo lo mismo? nadie lo sabe ni lo sabrá, lo que si sabemos es que el tiempo no se detiene, imparable, infinito para el universo y efímero para una sola vida. Envejecer, paulatinamente nos aleja de todo aquello que alguna vez fuimos, tal vez nos olvidamos de personas que alguna vez quisimos con el alma, como le pasa al Abuelo, no habla ni dice nada de su vida en Colombia, sus esposas, sus hijos y su ciudad, quedaron en el olvido? desaparecieron los amigos? será que podemos olvidar esos pequeños detalles de muestra infancia? un caminito, un árbol, la casa en la que crecimos? creo que necesitaré más de un día para acceder a todos esos recuerdos.
Muchas preguntas, muchos sentimientos encontrados que no puedo entender, mientras estoy aquí pasando el qué tal vez sea el último día con mi abuelo, al mismo tiempo estoy esperando a mi primera hija, Olívia, nace en pocos meses, una nueva vida que apenas está germinando, un sin fin de posibilidades para la vida que viene en camino y una única posibilidad para la vida que va llegando a su ocaso.
Hemos salido a pasear, le gusta la calle, el ruido, el aire en su cara, quiere comer cocada. Antes de emprender la búsqueda de su antojo nos sentamos a ver un partido de basketball, mira al cielo con sus lindos ojos verdes, pareciera que tiene el poder de ver mas allá de las nubes, parece que viaja muy muy lejos. Está sonriendo, me gusta pensar que está recordando algo lindo. Lo dejo en manos de su cuidadora temporal, una linda mujer dominicana, amable y cariñosa, para irme a buscar la cocada, no tenía ninguna esperanza de encontrar una cocada en New York pero tal vez la vida quería que mi abuelo siguiera sonriendo en este día, porque no sólo encontré dos tipos de cocada, también helado de coco, una vieja mujer la vendía en una esquina, no pude contener mi alegría de poder encontrar el antojo del Abuelo.
Volví y comimos cocada, le encantó, estuvo feliz recordó Cali, Yumbo y Chipichape después del helado de Coco. Durante todo el día he tenido pequeños accesos de llanto, cuando lo miro fijamente, es como si ambos aceptáramos el destino ineluctable de la muerte, la inminente despedida.
Por momentos vuelven algunos lamentos, extraña a Fernandita, mi Madre, la guerrera incondicional, siempre ahí para sus hijos y sus padres; hace unos 15 años despedimos a mi Abuela, los dos, solos junto a su cama, viéndola partir. El día no termina, regresamos a casa, escuchamos música, salsa de la buena, la dominicana le baila un poquito, el sonríe de nuevo, alardea de todos sus equipos de sonido, me hace colocar música en todos ellos, casetes, LPs, radio todo suena antes del almuerzo.
El día continúa avanzando, almorzamos, y nos disponemos a ver los partidos de la compa America, Brasil golea a Perú, no sabia que le gustaba el fútbol, a mi me agrada así que todo el día nos la pasamos sentados viendo fútbol, charlando un poco, atendiendo pequeños detalles de su salud, hoy a sido el día del Abuelo.
El día comienza a terminar, en esta época se oscurece al rededor de las 9 pm y mientras él vea Sol su día no ha terminado, sentado a su lado, sostengo su cuerpo con el mío ya que sin darse cuenta se iba cayendo de lado, empieza mi silenciosa despedida, lo abrazo con disimulo, le acaricio su brazos delgados de casi un siglo, su cabeza bonita y lloro en silencio sin que él lo note. Así permanecimos por un largo periodo, ya en ese punto estaba terminado otro juego, Estados Unidos golea a Trinidad y Tobago (copa de oro), busco algo para comer, cenamos juntos y le cuento que debo partir al otro día, creo que no se lo esperaba, su rostro se desdibujó, los miedos regresaron, no le gusta estar solo, pregunta por mi madre, pregunta si regresaré pronto, me dice que debo regresar a organizar uno de sus equipos de sonido, uno de tantos que no quiso funcionar ya que no había aguantando tantos años como él pero que nunca le dije que estaba malo, me inventé una excusa eléctrica de fácil solución para el futuro (deseo tanto que el tiempo no se afane y me dé la oportunidad de regresar y poder hacer un milagro con su equipo roto). Le digo que pronto regresaré, que mi madre también, lo convenzo con ilusión de que vamos hacer varias cosas y así se va calmando, eso creo, me dice que ahora si se quiere ir a la cama, me da la impresión que en el fondo solo quiere meditar y resignarse a que los días solitarios han regresado y debe estar fuerte.
Lo ayudo a levantarse con delicadeza, caminamos muy despacio hasta la cama, siempre intentado hacer sus movimientos solo pero no lo consigue totalmente. Juntos trabajamos y finalmente esta acomodado, una mantita ligera en los pies ya que hace calor, pide que le prenda el ventilador y que le pase el control de un nuevo TV que tenia en su cuarto pero que no había podido ser instalado hasta este día, lo prende y lo apaga varias veces, solo quiere cerciorarse de que es funcional pero finalmente lo deja apagado. Me habla unos minutos más, me cuenta la historia de un vecino suyo que murió el día anterior, lo conocía hace muchos años, quería ir a su velorio pero reclama con resignación que en su estado es imposible, que el vecino lo tendrá que disculpar donde sea que esté.
Finalmente apago la luz de su cuarto para ayudarlo a dormir, sin embargo me cercioro de que una luz tenue desde la sala entre para poder verlo unos minutos más; permanezco a su lado, aseguró las barandas levadizas de su cama para que no se vaya a caer, igual que a un bebé, igual que a Olívia en unos meses.
Finalmente le doy ese último beso de despedida, un beso largo en su frente y le repito varias veces que lo amo, me responde yo también mijo, muchas gracias.
Así termina este día con mi abuelo, muchas alegrías y tristezas, historias de toda una vida contadas por pequeños objetos y algunas palabras; me pregunto cuántas cosas pueden quedar solo en la memoria de quien las vivió?. Todos tenemos nuestras propias historias, vivimos nuestras vidas a toda máquina, fluimos, “evolucionamos” así debe ser, verdad? o acaso estaremos yendo hacia “delante” como un tren a vapor sin frenos? dejando de lado lo esencial? eso que es invisible a los ojos.
No olvidemos a nuestros viejos, y no solo hablo de los viejos de nuestra familia, hablo de todos los viejos y viejas del mundo, esos seres que el tiempo los dotó de dolorosa sabiduría, escuchémoslos, aprendamos de sus vidas, tal vez nos puedan dar la respuesta sobre cuál es el camino a la verdadera felicidad.